lunes, 16 de abril de 2007

Élites en movimientos sociales


Muchas veces, en relación a las teorías elitistas, se produce un rechazo porque son teorías que nos remiten a argumentos clasistas, políticamente incorrectos y que van en contra de esos ideales de igualdad, libertad, paridad de posibilidades, etc., que tan bien nos suenan. Pero negar la realidad no implica que ésta se vaya a convertir como por arte de magia en aquello que nos gustaría que fuese.
Jo Freeman, con su obra "La tiranía de la falta de estructuras" teoriza sobre la cuestion de por qué no funciona la falta de estructuras y sirve para abrir un debate sobre sí existen élites en los movimientos sociales y si es compatible el elitismo con las organizaciones sociales (entre otras cosas).
Cualquier grupo, organización, es un agregado humano, y como tal, estará compuesto de individuos diferentes, por lo que un único criterio de actuación es imposible. Y la accion es la base de un grupo que busca la consecución de unos objetivos e intereses. Sin una organización y unas estructuras mínimas la acción se vuelve ineficaz y caótica. Hoy en día, y sobre todo en el ámbito de los movimientos sociales, se apunta a la horizontalidad de las estructuras, se habla de grupos sin jerarquías, pero eso es falso. Siempre hay unas élites o subgrupúsculos que efectivamente toman las decisiones y dirigen la acción. Esconder ésto sería estúpido, porque entonces no se estaría evitando que sucediese, solo se estaría ocultando, negándolo.
Por contra, una vez despúes de admitir que esas estructuras existen, lo ideal es que sean transparentes y que incorporen mecanismos verdaderamente democráticos para que efectivamente las personas que integran dichos grupos puedan participar, exponiendo sus ideas, codecidiendo con los demás. Estas prácticas democrático-participativas no son incompatibles con un cierto elitismo, porque siempre hay alguien que marca los objetivos, la agenda. Pero eso debe complementarse con la posibilidad de poder introducir en esa agenda, en las pautas de accion las propias ideas que de cada uno puedan surgir y ser consideradas entre todos. Las personas que forman parte de un grupo deben tener mecanismos de voz.

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